Para ti, desde la Tierra hasta donde quiera que estés...

Vale, después del reto anterior (escribir un romance), ahora debo escribir una elegía. No sé por qué se me hace más fácil escribir acerca de la muerte y el sufrimiento que ésta trae consigo, pero ya me he acostumbrado a sacar lo que siento escribiendo. 

Esta copla manriqueña  tiene un significado muy profundo para mí. 

Esto es para ti, desde la Tierra hasta donde quiera que estés, tío Me. 

CADA CUATRO DE NOVIEMBRE


Por Natcisa


Un abrigo no bastaba,
para cubrirme lo gélido
de aquel once.
De verdad pensar costaba,
pues pudiste no haberte ido
mi buen cómplice.
Llevabas meses así,
sin querer darte a cuidar,
yo no entendía,
pues eran aún carmesí
tus mejillas al hablar,
mas te dolía.

Cansada al atardecer,
llegué aquel día sin certeza,
¡qué inocente!
Mejorabas desde ayer,
mas fingías y decías: «reza
fuertemente».
Y con catorce inviernos,
mi corazón intentó
detenerse.
Rogué: «Dios, haznos eternos»,
pues tu muerte atormentó
sin perderse. 

Cantar nunca había visto
a mi padre derrumbado y
con dolor.
Perdí mi barrera, ¡oh, Cristo!
Estoy ya tan acabado y
sin rencor.
Caliente sentía mi pecho
y mis dedos moribundos,
¿por qué, Muerte?
La vida negra era un hecho,
e intenté irme a varios mundos;
mala suerte.

Qué no daría para al fin,
desaparecer del cuadro
la costumbre,
de loco esperar sinfín,
tu regreso cada cuatro
de noviembre. 


Me ha dolido un poco el terminar de escribir esta copla. Espero se haya sentido el sentimiento que me guiaba mientras lo escribía. 

¡Nos seguimos leyendo!

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